Sergio

Sergio

domingo, 2 de octubre de 2011

NUDOS


Enredado a mi alma
y a mi voz,
un nudo donde volver a asirse cada mañana,
un nudo que te sustenta,
que no deja pasar ni el viento,
un nudo son mis manos
aferradas a tus dedos,
un nudo que aprieta el corazón
que entumece los sueños.
A veces me llevas de la mano
para vencer mi miedo,
a veces temo a tus piernas
que quieren salir corriendo.
Y la noche despierta
en la ventana de los desvelos
y una gota de ceniza
se derrama por el suelo.

domingo, 14 de noviembre de 2010

MAÑANA


Tu mirada. Siempre tu mirada, de limpios reflejos y profundidad inmensa. Esa mirada esquiva que tantas veces parece sonreír. También otras veces, cuando consigo que fijes tus ojos en mí, y leas en mi rostro todo el amor que siento por ti, parecería que ríes muy en el fondo. Tal vez incluso te ríes de mí, de mi fragilidad, de mis miedos, de mi frustración y mi tristeza.
Mañana nadie sabe como será. Quien será el último en marcharse y quien dejará el barco de forma imprevista.
Poca gente habrá llegado a saber de la dulzura de tu mirada y de la calidez inmensa de tus abrazos. Pocos sabrán de tu risa cristalina y de esa sonrisa preciosa que hace temblar mi alma.

sábado, 25 de septiembre de 2010

NEVANDO BAJITO


Ya se van marchando los días de sol y la arena de la playa se difumina en los recuerdos. Este año ha sido el primero en que verdaderamente has disfrutado del mar y has agotado el chapoteo en la orilla hasta caer agotado. Eso ha hecho que duermas bien, del tirón, toda la noche, hasta levantarte de nuevo radiante y feliz. Luego, en la mañana, tu sonrisa infinita y tus esbozos de besos hacen que merezca la pena empezar de nuevo. Luego esos largos y dulces abrazos me recargan de energía, y el sol sale en tus ojos y en mi alma.

jueves, 1 de julio de 2010

POR LAS NUBES


Amanece.
Eso no tiene nada de especial.
Amanece todos los días. Cada día. Siempre. Desde hace tanto tiempo, que ni la más antigua roca estaba aún presente.
Pero hoy amanece para nosotros. Para ti y para mi. El resto del mundo es accesorio. Igual que nosotros somos accesorios para casi todos los demás.
Hoy vamos a caminar de nuevo. Cogidos de la mano, como a ti te gusta. Daremos un paseo por las nubes que se deslizan a este lado del Estrecho. Contigo de la mano parece que el mundo no tenga importancia, y miraremos hacia abajo, para ver pequeñitos a todos los demás.
Mojaremos nuestros pies en la orilla de la playa, esa playa de arena fina y viento de Levante.
Mientras pueda llevarte de la mano, mirando hacia abajo para ver tu coronilla, aún te podré llevar, y ser tu guía, tu apoyo, tu compañero de juegos. Si las cosas van como deben ir, un día serás tú quien mire hacia abajo para ver mi coronilla. Tal vez entonces, aun vayamos cogidos de la mano, pero no sabes cuanto deseo que cuando llegue ese día, tu puedes ser el guía, mi apoyo, y pueda dejarme ir en el arrullo de las olas, hasta olvidarme dulcemente de todos los amaneceres.

martes, 18 de mayo de 2010

SI TUVIERA UN PEDACITO DE CIELO

Ojalá tuviera un pedacito de cielo para ti, un trocito donde volar seguro, sin coches que interrumpan tu vuelo ni que te pongan en peligro, sin huracanes que te arrastren, ni vientos que te derriben, sin miedos y sin esperas, sin gentes que te miren como no nos gusta, sin ruidos que molesten, solos tu y yo. Le pediría prestadas sus alas blancas a las gaviotas y nos pondríamos un par cada uno. Ya se que son aves un poco antipáticas y agresivas, pero son hermosas, y con tu dulzura y tu sonrisa, seguro que acceden a dejarnoslas por un ratito.
Yo tendría que seguir aprendiendo de ti. Aprender a volar, aunque siga con mis pies anclados en el suelo. Tendría que llenarme de la paciencia que a veces aun me falta, de la ignorancia que a menudo permite avanzar sin que nada nos importe, de la ilusión que pones en cualquier cosa, por pequeña o extraña que nos parezca.
Y los dos, cogidos de la mano levantaríamos el vuelo. Nuestras alas chocarían entre sí, pero en el mundo de los sueños a donde vamos ahora, eso no importa. Solo volar. Sentir el viento en la cara y que todo el mundo quede lejos, ahí abajo, y nosotros por encima. Puedo imaginar perfectamente tu sonrisa, que lo llena todo, y yo también sonreiré de nuevo, ahora que sonrío muchas menos veces que antes.
Quiero volar contigo para aprender de tu sonrisa y tu ilusión. Para aprender de ti.
Te quiero... mucho.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Regreso


Hoy, después del tiempo transcurrido regreso a esta ventana.
Sergio sigue creciendo, y riendo. Yo sigo enamorado de su sonrisa y de sus preciosos ojos. Mi corazón sigue acumulando cicatrices, y la vida haciendo de las suyas, como no podía ser menos. Después de muchas batallas, hemos conseguido que se instale una sede de Autismo Cádiz en nuestro entorno. Está empezando a funcionar con más ilusión que medios, pero ya es mucho. Nos hemos topado con intereses, desinterés, ilusiones y sorpresas. Gente que nos ha ayudado mucho, a los que de todo corazón quiero dar un fuerte abrazo y ofrecerles mi amistad y gratitud, y como era de esperar, muchos otros que han mirado para otro lado, o que han dejado que se lo dieran todo hecho. Es una pena, porque si nosotros no luchamos por nuestros propios hijos, dificilmente van a hacerlo los demás. Pero no por eso vamos a dejar de luchar. Sería maravilloso conseguir un mundo mejor para ellos, donde no existiera el odio, la muerte, la crueldad, la envidia y la enfermedad, donde ser feliz sea un hecho y un derecho, donde la amistad no sea exclusiva de los amigos, donde la mentira sea un mito y la tristeza una leyenda.
Entre todos podemos acercarnos un poco a esa quimera.
Soñemos.

lunes, 27 de abril de 2009

Historias-2


Hubo una vez una piedra.
Una piedra que de pronto tomó conciencia de si misma. Era grande y pesada, y estaba en lo alto de una colina. Se enseñoreaba desde su
privilegiada posición. Algunas veces, un enorme león se posaba en lo alto de ella. Oteaba el horizonte mientras tomaba el sol. Otras veces el león dormitaba al atardecer, tumbado sobre su lisa superficie, mientras la piedra le devolvía el calor que el sol le había suministrado durante horas y horas.
Mucho tiempo después, esa piedra fue consciente del paso del tiempo. Se
dio cuenta de que a veces sentía el calor del sol, y después el frío y la humedad de la noche. Se dilataba y contraía en una sucesión de días que parecían interminables.
Esta serie de dilataciones y contracciones hizo que su superficie se agrietara. Primero fue un imperceptible hilo quebrado que surcó uno de sus extremos. Pero poco a poco, aparecieron más y más grietas, y estas acabaron surcando toda su superficie.
Por las grietas se filtraba el agua, y el polvo, y la tierra. Luego, pequeñas briznas de hierba brotaron de ellas, y sus
raíces empujaron con increíble fuerza las paredes.
Ya no eran grietas como arrugas, era un verdadero salpullido.
Perdió la cuenta de cuantos leones distintos la utilizaron como atalaya. Su cuerpo se cubrió de arrugas, y las plantas ocuparon como penachos dispersos su cuerpo herido.
Hasta que un día pasó.
No supo muy bien como, pero de pronto dejó de ser una piedra. En toda la pradera se escuchó un sordo crujido.
Fue como un fugaz alumbramiento. A partir de ese momento ya fueron dos.
Nunca más se volvió a sentir sola.